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dimanche 16 juin 2013

La Guerra de Plumas.

La invención de la imprenta de tipos móviles  favoreció el desarrollo de un nuevo método de oposición política gracias a la publicidad, que hizo posible que un número más amplio de personas pudieran participar en el juego político. El uso de la publicidad puede constatarse gracias al numeroso material que aún se conserva, los testimonios y la cantidad de medidas tomadas para impedir su proliferación.

Juan José de Austria

En este contexto encontramos la figura de Juan José de Austria, hijo ilegítimo de Felipe IV que, durante la regencia de la reina Mariana debido a la minoría de edad de Carlos II, utilizaría la pluma e influiría en la opinión pública con el objetivo de ejercer presión y conseguir la victoria en el terreno político. Este momento sería conocido como la Guerra de Plumas, que se puede dividir en dos etapas.


La primera de ellas comenzó con la llegada al poder del eclesiástico Nithard, que se convertiría en confesor de la reina, valido, inquisidor general y miembro del consejo de gobierno. De este modo, Nithard pronto se vería en una situación difícil que se complicaría aún más al convertirse en blanco de las burlas del bastardo de Felipe IV.


Don Juan, deseoso de tener un puesto relevante en las Cortes, guiará una campaña publicitaria en contra de Nithard acusándolo de avaro, corrupto, traidor, y acaparador de cargos. Siendo, tal vez, esta última la única crítica verdadera. Entre los ataques podemos encontrar escritos como:

  

«Atiéndame su Insolencia,
dígame padre Everardo
¿si quema la Inquisición
como a él no le ha quemado? (.)
Sin duda que de Alemania
trajo peste a nuestro barrio,
pues desde que en él está
estamos acá purgando. (...)»

La habilidad de Don Juan a la hora de vilipendiar al eclesiástico hizo que la Corte se dividiera entre nithardistas y donjuanistas. Partía, además, con la ventaja de contar con el respaldo de las clases populares madrileñas que lo veían como un ídolo, siendo incluso más aclamado que el propio Carlos II, un rey ajeno al pueblo y enfermizo.
De este modo, Don Juan contó con un gran apoyo que presionaría para que se le aceptase como miembro del Consejo de Estado, aludiendo a sus dotes en política internacional. Así, Don Juan logró el puesto pero fue enviado pronto a Flandes como gobernador para alejarlo del gobierno con el pretexto de que se hiciera cargo de la difícil situación con Francia.

Sea como fuere, la opinión pública y Don Juan harían que Nithard abandonase la Corte ante la llegada inminente del primero acompañado por una escolta que tenía como objetivo eliminarlo. Sin embargo, los ataques de Don Juan no cesaron sino que se dirigieron a la reina y a su nuevo favorito, el marqués de Aitona.


La segunda etapa de la Guerra de Plumas comenzaría con la llegada de otro favorito, Fernando de Valenzuela, que debido a su rápido ascenso social se ganaría el recelo y el odio de la nobleza. Situación que se agravaría debido a la guerra contra Francia. Pese a la mayoría de edad de Carlos II, la reina se enfrentaría a Don Juan, que había encontrado entre los Grandes de España poderosos aliados indignados por el ascenso social del favorito de la reina.

Fernando de Valenzuela


Una vez más, Don Juan usaría la imprenta en su favor para ganarse la opinión pública y desterrar a Fernando de Valenzuela. Así, realizará un sinfín de insinuaciones entre los que se encuentra  "Vida, muerte y milagros del Mariscal de Ancre, favorito de la Reina Madre Maria de Médicis y del cristianísimo rey Luis XIII, su hijo, que es copia verdadera de don Fernando de Valenzuela"


Todas estas insinuaciones supondrían un nuevo éxito, ya que en 1678 se realiza un manifiesto público contra Valenzuela, que tuvo que refugiarse en el Escorial y fue sacado a la fuerza por Don Juan. Este hecho estuvo, además, acompañado de supuestas confesiones del favorito en las que reconocía ser un mal valido y aceptaba volver a su estatus humilde.

Todas estas hábiles estratagemas supusieron el ascenso político de Don Juan, que consiguió ser vicario general tras la expulsión de Nithard y primer ministro después de la de Fernando de Valenzuela. Sin embargo, es necesario recalcar que ambos validos ascendieron rápidamente que les colocó en puestos de gran responsabilidad sin ninguna clientela y rodeados de una nobleza recelosa.

La importancia de la opinión pública como medio de presión puede observarse a lo largo del reinado de Carlos II, sobre todo con la llegada de su esposa María Luisa de Orleans. En otros reinos como el francés, la imprenta y el libelo jugaron un papel de suma importancia durante las guerras de religión, donde un bando y otro utilizaron la pluma para lanzar sus ataques.


Bibliografía:
♠Poyato C, Jose. Juan Jose de Austria. DeBolsillo. Barcelona. 2003.
♠Gómez, Carlos. La sátira política durante el reinado de Carlos II. Universidad Complutense de Madrid.
♠Hermant, Héloïse. Guerre de Plumes et contestation politique: une espace public dans l'Espagne de la fin du XVIIème siècle. Revue d'histoire moderne et contemporaine. Berlin. 2011. nº4, 7-44p.

4 commentaires:

  1. El poder de las letras... Para que luego digan que las filologías (y otras especialidades de Humanidades) no sirven de nada...

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  2. Madame, ojala todas las guerras fueran así de incruentas. Qué delicia aplastar al enemigo bajo el peso de la pluma :)

    Bueno, ya luce su premio en mis vitrinas, aunque parece que no se ha actualizado mi blog en su blogroll. Últimamente estoy teniendo problemas con eso.

    Buenas noches, madame.

    Bisous

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  3. Buenas noches,
    Qué interesante descripción del saber hacer del ilegítimo con la pluma. Realmente bien supo quitarse dos duros contrincantes con el sólo discurrir de su mente.
    Me hace gracia que don Juan llamara a Nithard "acaparador de cargos". Parece ser que el dicho de la paja en ojo ajeno no tenía cabida en su pluma.
    Un saludo y un placer descubrir este blog.

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  4. Qué agradable descubrimiento su blog.
    Me ha resultado muy interesante su artículo. Tenía, aparte de las debidas a su pluma, grandes cualidades don Juan José. De no haber muerto prematuramente, quién sabe -hablando de plumas- si la historia se hubiera escrito con otra distinta.
    Un saludo.

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